¿PARA QUE JAVIER MILEI A AGROACTIVA SI DIJO EXACTAMENTE LO MISMO QUE EN CUALQUIER PROGRAMA DE TV? PARA SENTIR UN POCO DE APOYO DEL CAMPO Y LLEVARSE ALGUNOS ABRAZOS.
No quedan dudas de que una enorme mayoría de los productores y de la enorme comunidad agropecuaria argentina deposita grandes esperanzas en Javier Milei. Tanta es la confianza que el Presidente, que este jueves se convirtió en el primero de su investidura en visitar la exposición Agroactiva en sus treinta años de historia, carga ahora sobre sus hombres una gran ilusión colectiva: el campo quiere y necesita que le vaya bien. Milei debe trabajar para ver si cumple con sus promesas o si escribe las páginas de una nueva decepción.
Lo que está muy claro es que por ahora el campo cree en él. De otro modo, más allá de su condición de figura televisiva y popular, no se entiende el fervoroso recibimiento que tuvo cuando, luego de una larga conferencia para empresarios de la maquinaria agrícola, que se realzó dentro de una carpa que hasta ese momento cobijaba remates ganaderos, salió a la calle de tierra del extenso predio de la Agroactiva en Armstrong, en la provincia de Santa Fe, y caminó unos pocos metros hasta un carrito que lo llevaría el pabellón de la Secretaría de Bioeconomía. Una pequeña multitud que lo aguardaba lo recibió con gritos y empuñando el celular, desesperada por una selfie. “Me tocó la mano”, exclamaba un joven ufanándose de la hazaña frente a sus amigos.
La relación entre Milei y gran parte del campo tiene mucho de milagrera: quizás por el espanto de las anteriores gestiones, quizás por la cruzada que inició para reducir el demonio del gasto público, quizás porque toma mucha distancia del resto de sus camaradas, los productores han decidido creer en las promesas de este presidente innovador en los modos, aunque ellos impliquen dinamitar los puentes tradicionales de la política. Milei, por caso, eligió no estar en el acto inaugural de la exposición agropecuaria, que se había hecho horas antes con la presencia de tres gobernadores, los de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos. Como ya había hecho en Expoagro en marzo pasado, Milei prefirió dar una charla en soledad junto al diputado y economista José Luis Espert, para un auditorio chico de contados invitados donde esta vez sí pudieron ingresar periodistas de diversos medios, entre ellos este cronista de Bichos de Campo.
En realidad, hubiera sido casi lo mismo no ingresar, pues el presidente -cuya campera y pelo negro se perdían con el fondo, también negro, de la escenografía, dejando casi en soledad la redondez y blancura de su rostro- pronunció un discurso en el que únicamente repitió todas las explicaciones sobre el sendero que eligió transitar con su gobierno desde el primer día, en diciembre pasado, cuando la hiperinflación amenazaba instalarse en la Argentina. Varias veces se ufanó de haber puesto el déficit fiscal cero en el centro de la agenda y de haber podido controlar la inflación en tiempo récord. Y varias veces lamentó que muchos economistas y políticos -a los que insultó repetidas ocasiones y llamó “degenerados fiscales”- no sean capaces de reconocerlo.
Más de lo mismo: creer o reventar. El presidente Milei dijo exactamente lo mismo que podría haber dicho en su última reunión con economistas o en su última entrevista con periodistas amigos de La Nación Más. Eligió el camino de la confrontación con el Congreso que demora la sanción de la Ley Bases mientras se aprueba un aumento de las dietas o una suba de jubilaciones, que ya avisó vetará. Auto-elogió hasta el cansancio sus primeras decisiones, ratificó la dura política de ajuste, culpó a los políticos que se le oponen de las turbulencias cambiarias de los últimos días. Y anunció que ya hay señales muy visibles de una reactivación de la economía y de recuperación de los salarios reales que debería redundar en una caída de los indicadores de pobreza y la indigencia. En 30 o 35 años, prometió, la Argentina será la Nación más próspera de la tierra. Algunos empresarios exaltados lo ovacionaron. Pero la mayoría le devolvió apenas un moderado aplauso.
En definitiva, repitió Milei consignas que lanza de modo constante para explicar que -como los sufridos productores- él también es una víctima de los ataques de la casta política. Y que si las cosas no salen mejor y más rápido es solamente por culpa de los demás.
Pero más allá de este querer pertenecer, del agro que lo recibía con los brazos abiertos no dijo casi palabra. Solo mencionó una vez la palabra “retenciones” sobre el final de su larga alocución de casi 45 minutos. Una vez más prometió comenzar a bajarlas recién una vez en que la política de contención del gasto comience a dar frutos y arroje superávits, que al parecer en sus planes están a la vuelta de la esquina.
“Lo más interesante es lo que vamos a hacer cuando la economía empiece a crecer y haya superávit. Los degenerados fiscales quieren gastarlo para ellos. Nosotros, cuando se empiece a dar, vamos a devolverlo a la gente de bien, la que trabaja, con bajas de impuestos. Y obviamente en la mira tenemos el Impuesto PAIS, las retenciones y el impuesto a los Créditos y Débitos bancarios”, repitió, siempre si aportar ninguna pista ni precisión.
Solo agregó como novedad, y la verdad es que no sabemos si lo fue tanto, que “el mayor testimonio de que esos impuestos van a bajar cuando la economía crezca es que nunca se los quise coparticipar (a las provincias). Si hacía eso no los íbamos a sacar más”, enfatizó. De nuevo, la culpa de los demás políticos, incluso de la persistencia de impuestos que son de estricta responsabilidad nacional.
José Luis Espert, en su condición de amigo del Presidente pero también como parte del sector (mencionó que nació en Pergamino, donde su hermano Gustavo sigue al frente de una explotación agrícola familiar), había comenzado una breve introducción poniendo énfasis en lo que los productores querían escuchar: esa misma promesa en la que eligen creer ciegamente.
Espert declaró que “la primera etapa fue eliminar el impuesto inflacionarias. Desde el primer día la casta política paga el costo. Llevar la inflación por abajo de 5% en cinco meses es la primera vez que sucede en la historia argentina. Va a continuar una vez que logremos amesetarnos; vamos a tener superávit fiscal y continuaremos con la baja de impuestos. Por supuesto los derechos de exportación están en esa lista. Tenemos muy claro que los peores que nos alejan del mundo”, declaró el legislador nacional.
En primera fila, los dirigentes de la Mesa de Enlace presentes en Agroactiva también eligieron creer que el presidente libertario cumplirá su promesa y entonces trocaron sus críticas tradicionales hacia otras gestiones, en especial el kirchnerismo, por un sonoro silencio frente a problemas cotidianos en una agenda agropecuario que por ahora solo se va pateado para más adelante. Para responder esa gentileza, Milei se estrechó en un fuerte y largo abrazo con el titular de la Sociedad Rural, Nicolás Pino, quien se sentó junto al nuevo presidente de la Federación Agraria, Elvio Guía, y su par de CRA, Carlos Castagnani.
Tan cálido saludo del presidente a los ruralistas contrastó muchísimo con el destrato que sufrió de parte del presidente el propio representante del Ejecutivo ante el sector: el secretario de Bioeconomía, Fernando Vilella, no solo tuvo problemas para ingresar a la carpa donde habló Milei sino que a la hora de las presentaciones leyeron mal su apellido. Luego, corrió presuroso a instalarse con la vicepresidenta del INTA, Pilu Giraudo, en el acceso al pabellón de los organismos nacionales en la exposición, que Milei había prometido visitar. Pero el carrito del Presidente, rodeado de decenas de personas que vivaban al “Peluca” pasó por otra calle paralela y ni siquiera se detuvo en el lugar. Siguió de largo.
por Bichos de campo