DESDE URUGUAY ELOGIAN EL COOPERATIVISMO ARGENTINO: “USTEDES TIENEN PUESTA LA CAMISETA DE LAS COOPERATIVAS”
Entrevista en profundidad a Pablo Perdomo, el presidente de CAF de Uruguay, una entidad asociativa que nació como respuesta a la dictadura y que incluye a Conaprole, la cooperativa más grande del país.
Hola a todos, es un honor haber venido para estar aquí con ustedes. Para quienes no me conocen, yo soy Pablo Perdomo, presidente de Cooperativas Agrarias Federadas de Uruguay. Pero voy a ser más claro: yo soy el ‘Laucirica’ uruguayo”.
El Congreso Coninagro 2024 tuvo esta semana una gama variopinta de referentes agropecuarios, políticos y económicos.
Desde diplomáticos de carrera, analistas financieros, dirigentes juveniles, encuestadores, y también la voz de quienes llegaron al Palacio Libertad porteño con la idea de dar a conocer cuál es la situación del cooperativismo no solo en la Argentina.
Por eso, Perdomo tomó la palabra y apeló a una carpeta con datos y gráficos de apoyo para comentar la importancia del modelo asociativo en el agro. Pero fundamentalmente para difundir el mensaje de lo imperioso de aunar fuerzas y afirmar posiciones sectoriales.
Minutos después, en una charla con Infocampo repasó la historia de su entidad, la Cooperativa El Fogón de Sarandí del Yi. Se trata de una vinculación entre sindicatos y la iglesia local que en 1961 hizo que dos curas de la zona se involucraran personalmente en la producción a campo para colaborar con los productores.
“Estaban malvendiendo sus productos. Y el nombre viene por los fogones que las familias realizaban para Semana Santa. Somos ganaderos, para carne y lanas, y estamos en la zona de Florida y Durazno, en el centro del país”, contó Perdomo una vez finalizado el Congreso.
Su participación en El Fogón lo llevó a recorrer un camino vinculado al cooperativismo uruguayo que hoy en día lo tiene como el titular de las entidades de la actividad. La CAF, por caso, nuclea a cerca de 10.000 socios.
COOPERATIVISMO COMO RESPUESTA
Para fines de los 70’ y principios de los 80’, al igual que en la Argentina y otros países de la región, en Uruguay se vivían tiempos de violencia política e imposiciones. En el caso del país vecino la dictadura militar se estiró entre 1973 y 1985.
En 1984, ya con el gobierno de facto en retirada, más de 30 cooperativas uruguayas decidieron aglutinarse para fortalecer al sector agrícola del Uruguay y buscar por la vía del colaboracionismo una mejor situación económica.
“CAF nace en el año 84 en víspera de la democracia y la apertura democrática, pero ya se venía trabajando desde 1979. No había una gremial de cooperativas, había habido una experiencia en el año 65 que fue un fracaso. Esa experiencia tuvo mucho personalismo. Pero la CAF fue mucho más madura”, contó Perdomo.
COOPERATIVISMO COMO RESPUESTA
Para fines de los 70’ y principios de los 80’, al igual que en la Argentina y otros países de la región, en Uruguay se vivían tiempos de violencia política e imposiciones. En el caso del país vecino la dictadura militar se estiró entre 1973 y 1985.
En 1984, ya con el gobierno de facto en retirada, más de 30 cooperativas uruguayas decidieron aglutinarse para fortalecer al sector agrícola del Uruguay y buscar por la vía del colaboracionismo una mejor situación económica.
“CAF nace en el año 84 en víspera de la democracia y la apertura democrática, pero ya se venía trabajando desde 1979. No había una gremial de cooperativas, había habido una experiencia en el año 65 que fue un fracaso. Esa experiencia tuvo mucho personalismo. Pero la CAF fue mucho más madura”, contó Perdomo.
En su recorrido, la CAF logró que se incluya a la que hoy es la compañía cooperativa más grande de Uruguay: Conaprole, marca insignia del sector lácteo puertas adentro y afuera del país. Se trata de una compañía que su origen data de 1936, pero fue reconocida legalmente en 1941.
“De esa treintena de cooperativas que comenzamos, hoy somos unas 20. Estamos en cuatro cadenas de valor: agrícola, ganadera, lechera y hortifrutícola y vitinícola”, expuso.
“USTEDES TIENEN LA CAMISETA PUESTA”
-¿Qué observan del modelo cooperativo argentino?
-Bueno, primero que en tamaños son mucho más grandes. Pero básicamente, acá en Argentina hay un espíritu cooperativista más fuerte, que allá en Uruguay no lo vemos. Al menos yo.
-¿Por qué creés que se da eso?
-Pienso que eso está en la gente. Acá los directivos tienen un cierto ‘no sé qué’. Porque he recorrido Pergamino, San Nicolás, Bahía Blanca, Río Colorado, Rosario. Acá en Argentina ves que las cooperativas tienen un peso social y económico. Que nosotros lo tenemos, pero las vemos más apagadas. Acá tienen la camiseta más puesta. Hoy en el hotel me encontré con gente de General Conesa, y los veía en el desayuno cómo discutían y tomaban decisiones acerca de la cooperativa.
¿Allá no se ve ese espíritu?
-Me falta verlo. Capaz que está y yo no lo veo. Pero mirá que ando. Es como el fútbol, que es un tema de charla de los parroquianos. Acá veo que el cooperativismo es una causa y que es muy importante el tema de las cooperativas para los productores.
-¿Incide lo procedimental? ¿Cómo es en Uruguay?
-Nosotros tenemos algunos inconvenientes legales, por caso. Hay beneficios que las empresas privadas tienen, pero nosotros no. Es cierto que la toma de decisiones en la cooperativa lleva más tiempo porque en las cooperativas hay que consultar a la directiva, a su consejo. En una empresa particular vos tomás las decisiones que creés. Y ahí corres con una desventaja. Igual generalmente las cooperativas no se equivocan, pero son más lentas en el procedimiento.
LA “COOPERATIVA DEL MERCOSUR”
El camino de las alianzas llevó también a que Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay hagan un intento conjunto para multiplicar el efecto cooperativo en la región. Fruto de ese intento, en abril de este año se conformó la COOPSUR.
Elbio Laucirica, presidente de Coninagro en Argentina y anfitrión principal del Congreso organizado esta semana, la describió: “Es muy importante porque es una forma que tenemos las cooperativas del Mercosur de presentar en un frente común temas con una visión regional que afectan a la producción, comercialización y también en lo ambiental”.
Para la CAF fue un festejo por partida doble: coincidió con la celebración de los 40 años de su nacimiento y trayectoria.
Pero también como una manera de que el cooperativismo regional tenga un instrumento real y preciso para articular las políticas del sector. Una de las falencias que observan es la de la falta de cercanía de algunos dirigentes políticos y del ámbito diplomático con la realidad cotidiana de los productores, y por ende del grado de aplicabilidad de ciertos cambios en la producción.
-¿Cómo describirías a la COOPSUR?
-Nos permite ser más ágiles. ¿Qué buscamos? Que si hay un problema pueda haber una suerte de “teléfono rojo” desde el cual llamar y que las cosas se solucionen. Y rápido.
¿Hay casos de éxito en el asociativismo regional?
-Sí claro. Hace poquito ACA, la Asociación de Cooperativas Argentinas, nos compartió todo lo necesario al aspecto normativo y el marco legal que tienen las cooperativas aquí. Porque también a través de la legislación comparada podríamos llegar a un punto en común sobre un tema que nos incide a todos: lo relacionado a lo ambiental.
-¿Cuál es el caso de Uruguay?
-Bueno, con respecto a este tema, el Gobierno del Presidente Luis Lacalle sugirió la idea de que sea el propio Estado quien se encargue de la certificación en material ambiental, y que no sea un costo que deban afrontar los productores. Entonces, eso es para lo que COOPSUR nos sirve, para armar un frente común. Porque Europa sí lo tiene.
-Aquí en la Argentina hay mucha defensa del sector acerca de una huella de carbono generada por la producción, por ejemplo la del maíz. ¿Cómo la ven desde Uruguay?
-Pienso que Argentina no tiene tanto problema. Son más Paraguay y Brasil, pero no creo que sean culpables de ello tampoco. Lo que sí, desde la COOPSUR tenemos que estar juntos para ver cómo vamos a medir los indicadores carbono: ¿Es positivo? ¿Es neutro? ¿Cómo la mediste?