CON LA META DE LOGRAR OTRA COSECHA RECORD, BRASIL PONE EN MARCHA LA CAMPAÑA 2023/24 DE SOJA.

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Luego de levantar 154,60 millones de toneladas en el ciclo 2022/2023, los analistas privados consultados por La Nacion auguran la nueva producción entre 155,81 y 163,30 millones; una normalización de la oferta argentina impondría una mayor competencia en el mercado de harina y de aceite.

Con la expectativa de prolongar la racha de cosechas récord y de consolidar su liderazgo en el mercado mundial de soja, Brasil inicia durante este mes la siembra 2023/2024 de la oleaginosa, ya sin la presencia de La Niña en el hemisferio Sur. En el ciclo 2022/2023 la producción brasileña alcanzó los 154,60 millones de toneladas y superó por un 23,1% el volumen de la temporada agrícola 2021/2022, de 125,55 millones de toneladas, según las cifras de la Compañía Nacional de Abastecimiento, dependiente del Ministerio de Desarrollo Agrario.

Todavía sin proyecciones oficiales, pero con la referencia de los 163 millones de toneladas estimados por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, el análisis de los especialistas privados augura un nuevo incremento de la cosecha brasileña de soja que, sin embargo, no tendría la magnitud del registrado en la campaña precedente.

En esa línea, la Asociación Brasileña de Productores de Soja (Aprosoja), sobre la base de la información provista por la firma Patria Agronegocios, prevé la nueva cosecha de soja en 155,81 millones de toneladas. “Creemos que en el ciclo 2023/2024 el área sembrada crecerá no más allá del 0,5%, hasta los 44,48 millones de hectáreas, pero eso se terminará de definir según el comportamiento del mercado en las próximas semanas. Ese nivel de incremento de la siembra sería el más bajo desde la cosecha de 2006/2007″, indicó a La Nacion, Antonio Galván, presidente de la entidad de productores.

Agregó que la desaceleración de la expansión proviene de la intención de los agricultores de reducir los riesgos, en momentos en los que “se hace difícil proyectar la rentabilidad del nuevo ciclo”, dados los mayores costos y precios que se encuentran por debajo de los vigentes un año atrás. “Brasil viene batiendo récords de producción en los últimos años porque hubo aumento de áreas; porque el mercado ofreció buenos precios, y porque los productores invirtieron en nuevas zonas de cultivos. La expansión se logró en la región medio oeste, en el norte y el en nordeste del país (estados de Roraima, Rondônia, Pará, Tocantins, Bahía, Piauí y de Maranhão), pero también hubo una pequeña expansión en estados como San Pablo y Minas Gerais”, dijo Galván.

Según la proyección de StoneX Brasil, la cosecha 2023/2024 de soja subiría hasta los 163,63 millones de toneladas, con una superficie cubierta de 45,14 millones de hectáreas. “La posibilidad de alcanzar un nuevo récord es buena, pero siempre dependiendo del clima, ahora con El Niño, que tiende a favorecer los cultivos en el sur del país. Sin embargo, para las regiones productoras del norte y del nordeste, este fenómeno podría dejar condiciones de sequía. Brasil tiene la gran ventaja de tener terrenos para expandir las siembras sin la necesidad restarles áreas a otros cultivos y tiene margen para elevar la productividad con la incorporación de nuevas tecnologías”, explicó a La Nacion

Ana Luiza Lodi, analista de la firma de origen estadounidense.

La firma Safras & Mercado prevé en 163 millones de toneladas el volumen de la producción de soja brasileña en la nueva campaña en función de un área que crecería un 2,5%. “Brasil tiene 60 millones de hectáreas de tierras cultivables y otros 60 millones de hectáreas de pastos que se pueden utilizar para soja o maíz, por lo que mientras haya demanda, Brasil continuará sembrando y cosechando récords”, sostuvo Paulo Roberto Molinari, analista de la consultora brasileña.

Pedro Schicchi, analista de granos de hEDGEpoint Global Markets, sostuvo que la proyección para la nueva cosecha de soja “es de 162,80 millones de toneladas, con un área sembrada de 45,70 millones de hectáreas y con un rinde medio de 3560 kilos por hectárea. En un año Niño, la expectativa de buenos rendimientos es una apuesta conservadora, prácticamente obvia. Sobre todo, considerando las proyecciones de clima muy favorable para el sur del país, donde los estados de Paraná y de Río Grande do Sul son clave a la hora de inclinar la balanza”.

El analista explicó que la proyección de cosecha récord se sustenta en un mix de rendimientos altos, leve aumento de área en las regiones centro y norte, y de mejoramiento en las técnicas agronómicas y en los recursos empleados. “Por ejemplo, en algunas zonas se está solicitando permiso para adelantar el inicio de la siembra de soja para poder trabajar con doble cultivo, en particular, soja/algodón”, indicó.

Al respecto, el viernes pasado el Ministerio de Agricultura de Brasil autorizó a un grupo de agricultores de Mato Grosso que lo solicitaron a comenzar a sembrar antes del 15 del presente mes, fecha en la que finaliza en ese Estado el período de veda sanitaria que se impone en forma oficial para reducir la propagación de la roya asiática.

Para Raphael Mandarino, analista de AgResource Brasil, la producción de soja en la nueva campaña alcanzaría los 159,40 millones de toneladas. “Este año proyectamos mayores productividades en Rio Grande do Sul, en Paraná y en Santa Catarina, además, se pueden sumar hectáreas en Mato Grosso y en Goiás”, destacó.

Como punto de partida para las primeras labores, este especialista trazó el siguiente panorama: “Hoy vemos suelos muy secos en varias regiones, con la posibilidad de retrasos en algunas localidades de Goiás y de Bahía, que tienden a sufrir por menores lluvias en los años Niño. En cuanto a Mato Grosso, se puede dar un arranque anticipado de la siembra desde principios del corriente mes por la reducción del período de vacío sanitario que usualmente llega al 15 de septiembre. Si hay humedad, allí el productor plantará antes. Este inicio de la siembra en Brasil será decisivo para los precios. Si todo va bien seguramente veremos correcciones bajistas”. Agregó a LA NACION que un escenario de valores en baja podría verse potenciado si tras la sequía del año pasado “la Argentina logra normalizar su producción de soja y arribar a un volumen próximo a los 40 millones de toneladas”.

Competencia en la venta de subproductos

Por la crisis de oferta en la Argentina, en la campaña 2022/2023 Brasil contó con mayores facilidades para colocar los subproductos de la soja en el mercado internacional, sin que ello implicara un crecimiento exponencial de sus ventas de harina y de aceite. En efecto, según las proyecciones de la Conab, de la campaña 2021/2022 a la 2022/2023 las exportaciones brasileñas de poroto de soja saltaron de 78,73 a 95,64 millones de toneladas, mientras que las de harina subieron de 20,35 a 21,83 millones y las de aceite se mantuvieron estables, en 2,60 millones.

Schicchi explicó que tanto en Brasil como en Estados Unidos el consumo interno de aceite de soja está superando al de harina. “Esto crea un desequilibrio para la molienda, porque ambos países tienen que mantener un ritmo alto de procesamiento de soja para abastecer el mercado del aceite, pero, ¿qué pueden hacer con toda la harina? Este año, que la producción de la Argentina fue pequeña, hubo mayor espacio para colocar los excedentes de harina en el mercado mundial, pero el año que viene, donde esperamos una recuperación de la oferta argentina y otra gran cosecha brasileña, es posible que Brasil procure seguir exportando buenos volúmenes y que la mayor competencia de la Argentina haga esa misión algo más compleja. En ese escenario, los márgenes de la molienda dependerán, en buena medida, de los precios del aceite”, analizó.

Lodi destacó que, por razones fiscales, en Brasil la exportación de productos no procesados, como el poroto de soja, resulta más ventajosa que la de sus subproductos. No obstante, “Brasil viene logrando elevar la oferta de harina y de aceite sin mayores problemas, ya que tiene capacidad de molienda ociosa. Una mayor producción de la Argentina tendría un impacto sobre la oferta y sobre los precios mundiales e implicaría una mayor competencia para las exportaciones de harina y de aceite, en síntesis, un regreso a lo observado antes de la crisis de la sequía”.

Por otro lado, en materia de precios internacionales, Lodi explicó que la cosecha estadounidense que arranca a mediados del presente mes no debería ser récord, por caída de superficie y de productividad. “Sin embargo, si hay una cosecha completa aquí en Brasil y en la Argentina, el espacio para un aumento sostenido de los precios será más restringido. De todos modos, el ciclo de la cosecha sudamericana ni siquiera comenzó, por lo que aún pueden cambiar muchas cosas”.

Molinari consideró que el crecimiento en las ventas externas brasileñas de subproductos de la soja se viene dando de manera natural, dentro de un ritmo predecible por el aumento de la oferta de soja. “Accidentes como La Niña pueden distorsionar los movimientos normales en mercados como el de la harina y el del aceite, pero con los volúmenes de soja que viene levantando Brasil es lógico que el país eleve su molienda y que gane en competitividad para exportar. Por eso, creo que será Estados Unidos quien pierda mercados, ya que la Argentina es un proveedor muy competitivo y que Brasil tiene mucha producción”, argumentó.

Para el caso puntual del aceite de soja Mandarino dijo que dada la creciente demanda interna de la industria de los biocombustibles en Estados Unidos su participación en el mercado exportador seguirá siendo mínima. “En Brasil, la presión de las industrias debería lograr que un aumento en la mezcla obligatoria con biodiésel se dé en forma más acelerada que la prevista. Por eso, creo que el país no debería participar en un corto plazo de una demanda externa de aceite mucho mayor que la actual, sobre todo si se normaliza la producción argentina. Al fin y al cabo, en esa materia una hay una ventaja absoluta para la Argentina”, indicó. Agregó que las perspectivas podrían mejorar para los oferentes de aceite si se confirman menores volúmenes de producción mundial de canola y de otras semillas oleaginosas, además de una cosecha estadounidense inferior a las previsiones iniciales.

Almacenaje limitado

Como “lado b” de la sucesión de cosechas récord de soja, maíz, arroz y de trigo, que comprenden el 96% de la producción agrícola en Brasil, emerge la problemática del almacenaje, que no logra asimilar la rapidez con la que crece la producción. Así, recientemente se volvieron virales las imágenes de pilas de maíz a la intemperie por falta de lugares de acopio.

“Ese es un tema triste. Los últimos gobiernos, de hecho, no invirtieron en infraestructura para el país, ni en ferrocarriles y carreteras alternativas; ni en ampliar el uso de vías fluviales que pudieran atender la creciente producción de granos en el país. Según cifras de la Conab, llegaremos a casi 320 millones de toneladas de granos en esta cosecha 2022/2023 y la infraestructura es muy deficiente, principalmente en las regiones de expansión de la frontera agrícola”, lamentó Galván.

Agregó que el tema almacenamiento resulta una pesadilla. “Llevamos años peleando por esto, mostrándole a los funcionarios que necesitamos un gran proyecto nacional, con inversiones que le permitan al productor hacer también su inversión dentro de las propiedades. En Brasil sólo tenemos el 15% de la capacidad de almacenamiento privado. Un porcentaje muy bajo comparado con países como Estados Unidos, que tiene el 60% de su almacenamiento dentro de los mismos campos. Es difícil de entender para los gobiernos. Es como crear un banco y no construir una bóveda. Eso mismo ocurre con nuestro sistema agrícola. Cosechamos el producto y no tenemos dónde almacenarlo”, explicó Galván.

Mandarino coincidió y señaló que no se está haciendo mucho para modificar este escenario de infraestructura deficiente. “El incremento proyectado de la capacidad de almacenaje está por debajo de la proyección de crecimiento de la producción. Por datos de la Conab sabemos que entre 2010 y 2023 la capacidad de almacenaje creció un 30,7%, a una tasa anual del 2,6%, en cambio, en el mismo período la producción aumentó un 77,2%, con una tasa anual del 5,34%. Así el panorama se mantiene muy complicado”, advirtió.

En opinión de Lodi, la capacidad de almacenamiento crece cada año, “pero la producción aumenta mucho más rápido. Esta falta de almacenamiento lleva a los agricultores en muchas ocasiones a la necesidad de desprenderse de sus granos, incluso en momentos poco ventajosos en materia de precios”.

En el mismo sentido, Molinari explicó que se realizan inversiones y que hay créditos para ampliar la capacidad de almacenaje, “pero esta es una lucha larga debido al aumento constante de la producción, no importa cuántas inversiones se realicen, éstas parecen no seguir los registros de producción, sobre todo si tenemos en cuenta que este año Brasil produjo más de 25 millones toneladas de soja y cerca de 15 millones de toneladas de maíz adicionales a los recolectados en 2022″.

Convivencia interna y demandas europeas

Consultado sobre la relación entre el sector agropecuario y el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, que tras las elecciones en las que el actual mandatario se impuso a Jair Bolsonaro fue turbulenta, el presidente de Aprosoja aseguró que “lo único en lo que el productor rural no está de acuerdo con el actual gobierno es lo relacionado a la inseguridad jurídica. Existe una amenaza constante de invasiones de tierras. En ese sentido venimos de un gobierno estable, sin invasiones y sin amenazas a la propiedad privada. Si hay seguridad jurídica y se respetan los derechos de los productores, el sector rural seguramente verá con buenos ojos al gobierno de Lula”.

Y respecto de las exigencias que viene planteando la Unión Europea en materia de deforestación para habilitar el ingreso de productos agropecuarios en el bloque comercial, Galván sostuvo que los productores “respetan el Código Forestal (Ley 12.651/2012), que es la legislación ambiental más estricta del mundo, que obliga a los propietarios de tierras a mantener parte de su superficie con fines de preservación del medio ambiente. En cuanto a las exigencias de la Unión Europea, lamentablemente no se sabe qué puede pasar. El productor rural que tenga derecho a desmonte lo hará en base a la ley. Necesitamos buscar la armonía, pero ellos deben comprender que la ley es brasileña y si la Unión Europea entiende que no es posible comprar nuestros productos, tiene la alternativa de buscar proveedores en otros mercados. Aquí, en Brasil, el productor extiende la frontera agrícola respetando el Código Forestal”.

Por: Dante Rofi.-

LA NACION.-

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