2.4 D : “SI NO LE PONEMOS FRENOS, VAN A TERMINAR CON EL ALGODON”.

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La advertencia la hizo la hizo en el programa Agroperfiles Radio Héctor Linke, productor y presidente de la Asociación Argentina de Productores Algodoneros.

La producción del cultivo en Argentina enfrenta un problema grave y, a menudo, invisibilizado: el uso indiscriminado de productos hormonales, particularmente el 2,4-D.

Linke, ha sido una de las voces más firmes en advertir sobre las consecuencias de este problema en el rendimiento de los cultivos.

De manera clara y contundente, expuso la gravedad de la situación y cómo este herbicida, aplicado sin control, afecta la productividad del algodón y otros cultivos. “El 2,4-D es un herbicida hormonal utilizado para controlar malezas, pero su uso masivo en las últimas campañas ha despertado preocupación en el sector agrícola” dijo.

Según él, “el 2,4-D es un enemigo que está en el ambiente y lo estamos subestimando. Al igual que ocurre con otros productos fitosanitarios, este herbicida tiene la capacidad de permanecer en el aire y trasladarse a largas distancias, lo que lo convierte en un riesgo tanto para las plantaciones de algodón como para otros cultivos cercanos”.

El productor no lo está viendo, pero estamos cosechando rendimientos bajos y no nos damos cuenta de que el 2,4-D está influyendo”, señaló Linke. Y acentuó que el uso desmedido del herbicida no solo afecta el rendimiento de las plantas, sino que también es difícil de detectar hasta que es demasiado tarde. “La planta de algodón, aunque no muestre signos inmediatos de daño, puede verse afectada a lo largo del ciclo productivo, reduciendo el rendimiento de las cosechas significativamente” alertó.

DATOS QUE PREOCUPAN

Uno de los factores más alarmantes es la caída en los rendimientos del algodón en las zonas afectadas por el uso de productos hormonales. En algunas áreas, los productores reportan una reducción en el rendimiento de hasta 500 kilos por hectárea.

Nos encontramos con algodones que parecían estar en perfectas condiciones, pero al final de la campaña cosechamos apenas 500 kilos por hectárea”, señaló Link, quien ha estudiado el impacto de este herbicida junto a equipos de trabajo en diversas regiones productivas, como Santiago del Estero.

Mientras que en otras partes del campo se lograban cosechas más normales de hasta 3.500 kilos por hectárea de soja, los lotes de algodón al lado mostraban cifras mucho más bajas. “Nos preguntamos por qué el algodón no funcionó, y el 2,4-D es uno de los principales factores que tenemos que considerar”, afirmó.

Este fenómeno no solo es una preocupación en Argentina. Link señaló que en Estados Unidos ya se comenzó a prohibir el uso del 2,4-D en ciertos sectores agrícolas, lo que sugiere que las autoridades argentinas también deberían considerar medidas más estrictas para proteger al algodón y a otras producciones agrícolas del país.

LA FALTA DE CONTROL Y LA RESPONSABILIDAD COMPARTIDA

A pesar de la gravedad del problema, Linke subrayó que uno de los mayores desafíos radica en la falta de control y regulación efectiva. “Aunque existe una ley que prohíbe el uso de 2,4-D en ciertas épocas del año, esta normativa no se cumple de manera estricta” indicó.

Y añadió que “hay una ley que está prohibido, no se puede utilizar el 2,4-D, pero no estamos teniendo los resultados porque los gobiernos sacan la ley y después no controlan más nada”, criticó.

Uno de los problemas recurrentes es que muchos productores continúan utilizando productos hormonales sin considerar el impacto que estos tienen en sus vecinos. En muchos casos, se trata de productores que dejaron de sembrar algodón, pero que utilizan el 2,4-D en otros cultivos, afectando a los campos vecinos que aún producen algodón.

Esto, según Linke, es una cuestión de valores y respeto: “Nos quejamos de los gobiernos, pero entre nosotros no nos respetamos. Esto es algo que debemos corregir”.

Además, Link hizo un llamado a las empresas agroquímicas para que implementen un sistema de trazabilidad del 2,4-D y otros herbicidas hormonales. “No estoy diciendo que se prohíba completamente el uso de 2,4-D, pero necesitamos un control más estricto. Deberíamos poder saber quién lo está utilizando y en qué momento”, insistió.

EL FUTURO DEL ALGODÓN EN JUEGO

El empresario recordó que el algodón “es un cultivo clave para muchas economías regionales en Argentina. Genera miles de empleos y es una fuente importante de ingresos para los pequeños y medianos productores”.

Sin embargo, el uso indiscriminado de productos hormonales como el 2,4-D pone en riesgo no solo la producción actual, sino el futuro del cultivo en el país. “Si seguimos por este camino, corremos el riesgo de que el algodón termine desapareciendo”, advirtió Linke.

Además, señaló que es necesario un esfuerzo conjunto entre productores, gobiernos y empresas para encontrar una solución sostenible. Esto incluye el desarrollo de tecnologías de resistencia al 2,4-D para el algodón, similar a lo que ya se ha hecho con la soja, y un compromiso firme para hacer cumplir las leyes vigentes. “El futuro del algodón depende de que tomemos medidas ahora, antes de que sea demasiado tarde”, concluyó.

Agroperfiles.-

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