UN AVION QUE NO PASARA DOS VECES: EL AGRO ARGENTINO TIENE TODO PARA DESPEGAR CON LOS “BIOFUELS”.

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La demanda global de biocombustibles que reduzcan la huella de carbono, liderada por las grandes líneas aéreas, otorga una nueva oportunidad para el país. En un Simposio Nacional de Colza, las empresas dejaron su visión al respecto.

La demanda global por una reducción del impacto ambiental de las actividades humanas, en el marco de la preocupación por el cambio climático y el calentamiento global, tiene a las líneas aéreas en el centro de la escena.

Sucede que la cantidad de combustibles fósiles que se usan cada día para movilizar los aviones en todo el Planeta son una de las mayores fuentes de emisiones de dióxido de carbono.

Por ese motivo, en los últimos años ha comenzado a popularizarse el uso de los denominados “biofuels”, que son biocombustibles aptos para la aviación elaborados en base a plantas con una gran capacidad de producción de aceite, como colzacarinata camelina.

Argentina, con sus ventajas geográficas y climáticas únicas para producir granos, además de ser líder global en exportaciones de aceite de soja –lo que implica que ya tiene la industria del crushing instalada y lista– está siendo un epicentro de inversiones de compañías multinacionales que quieren aprovechar este “boom”.

Es un nuevo tren, transformado en avión, que pasa por el país y permitiría al agro despegar, y mucho de eso es lo que se habló en el primer Simposio Nacional de Colza que se realizó recientemente en Paraná.

“BIOFUELS”: LA CARINATA QUIERE VOLAR ALTO

En el encuentro organizado por el INTA en Entre Ríos, y al que fue invitado Infocampo, hubo un panel agroindustrial en el que las empresas que ya están trabajando con estos cultivos dieron su visión al respecto, y las oportunidades de mercado que se van abriendo para que los productores diversifiquen, de paso, sus planteos agronómicos.

Sebastián Bravo y Francisco Ocampo, de la firma Nuseed, abrieron el juego, recordando que las aerolíneas quieren reducir el 50% de sus emisiones para 2030 y llevarlas a cero para 2050.

En este camino, aparecieron los Sustainable Aviation Fuel (SAF), que se traducen como combustibles de aviación sustentable y se los conoce coloquialmente como “biofuels”, que tienen bajísimas o nulas emisiones de C02, y además se elaboran con materias primas que en general no se utilizan para elaborar alimentos (como sucede con la soja, que se puede transformar en biodiésel, pero es muy utilizada como fuente de proteína animal y humana).

“El tema es que los SAF representan actualmente apenas el 0,1% del combustible que utilizan los aviones. Por eso hay una gran oportunidad. En el caso de carinata, por ejemplo, genera un 80% de reducción de la huella”, resaltó Bravo, Business Manager de Carinata en Nuseed.

Con base productiva principalmente en Entre Ríos, pero también cobertura en Santa Fe, norte de Buenos Aires, el NEA y el NOA, Nuseed este año ya sembró 90.000 hectáreas de carinata, y viene avanzando en un fuerte plan de crecimiento, que incluye a Uruguay, Estados Unidos, Brasil, Paraguay, España, Francia y Bolivia.

En los próximos 10 años, uno de los objetivos es alcanzar un millón de hectáreas en Sudamérica.

“Es el quinto año que llevamos haciendo carinata y ofrecemos un paquete completo al productor: desde la venta de la semilla se firma un contrato en el que se compra todo lo producido en el campo, con  asistencia técnica permanente, acompañamiento en cosecha y en la trazabilidad, y con un mercado claro con precios en los que el productor puede tomar futuros, y todo certificado como cultivo no transgénico de bajo impacto ambiental”, repasó bravo.

En diálogo con este medio, amplió que el potencial de la carinata es muy grande porque “la demanda está totalmente insatisfecha”.

“Pensemos solamente una cuenta rapidísima para Argentina: tenemos 6 millones de hectáreas de trigo y cerca de 25 millones de gruesa: la diferencia es barbecho químico. Eso no lo pudimos cubrir todo con carinata, porque en muchos lugares no se adapta, pero fácilmente un millón o dos es lograble en Argentina, sin contar al resto de los países de la región”, graficó.

Asimismo, puntualizó los beneficios agronómicos que tiene la carinata, en lo que respecta a la mejora de la calidad física de los suelos, y también al aspecto nutricional.

“Es un cultivo que realiza una especie de labranza vertical biológica; por sus raíces fuertes, rompe los estratos que a veces se generan con compactación de suelos y así aumenta la porosidad para la infiltración de agua. Aporta mucho más materia verde aérea y también materia orgánica en el suelo”, indicó.

“BIOFUELS”: LA CAMELINA SE SUBE AL AVIÓN

Por otra parte, recientemente el gigante global Louis Dreyfus Company (LDC) anunció un importante acuerdo con la firma Global Clean para desarrollar el cultivo de camelina, con Argentina como uno de los puntos clave en este proceso.

Iniciaron con apenas 5.000 hectáreas en nuestro país, pero este año ya llegaron a 30.000 (25.000 en Argentina y 5.000 en Uruguay). En total, a nivel mundial, ya están implantando unas 100.000.

El rol protagónico de Argentina también queda evidenciado en que uno de los tres centros de investigación de esta alianza global está en Pergamino. Los otros dos están en Montana (Estados Unidos) y Madrid (España).

Matías Asinari, gerente de Desarrollo y Producción en Camelina Company Argentina-Uruguay, observó que “el camino de este cultivo en Sudamérica es el mejoramiento genético” y subrayó las ventajas de que estas dos compañías se hayan fusionado porque permiten contar con un gran banco de germoplasma.

La propuesta de LDC a los productores es una semilla sin costo, incluyendo la entrega de la misma, con un contrato fijado a precio soja enero 2025 en Chicago, más un premio en dólares por tonelada.

“Más del 90% de los productores que sembraron camelina, han repetido. Con reglas claras, es un cultivo que tiene tiene mucho para crecer”, prosiguió Asinari.

“BIOFUELS”: EL CÁRTAMO TAMBIÉN SE ANOTA EN LA LISTA

Por otro lado, Bunge es otra de las multinacionales que está realizando una apuesta fuerte por los “biofuels”: Cecilia Manzo, representante de esta compañía, señaló que entre camelina, colza y también cártamo, suman unas 45.000 hectáreas implantadas en nuestro país.

Al respecto, valoró que son cultivos que otorgan grandes oportunidades de ocupar diferentes espacios productivos geográficos.

“Estamos pensando en cártamo para salta, y camelina y colza para Tucuman, Chaco y la zona núcleo. La idea es que el productor tenga un abanico de posibilidades, dependiendo de las condiciones agronómicas de su región”, precisó.

Y amplió: “Reducir la huella de carbono es la gran demanda. El año pasado pudimos exportar aceite de camelina y colza certificado con emisiones negativas. Este año apuntamos a triplicar los volúmenes incorporando nuevos productores y lotes, y también con la incorporación del cártamo”.

“BIOFUELS”: LAS VENTAJAS DE LA CAMELINA

En este marco, Manzo recordó que recientemente, Bunge junto a la petrolera Chevron compraron la empresa argentina Chacraservicios, que se especializa precisamente en el desarrollo de variedades de camelina.

Martin Beaudeant, de Chacraservicios, recordó que iniciaron sus actividades en 2013 y repasó los beneficios productivos y agronómicos de este cultivo.

“Nos están pidiendo producir energía y la forma de hacerlo es donde ya se producen cultivos para alimentos. Entonces lo que queda es intensificar, hacer una agricultura siempre verde, meter más cultivos en el año. Camelina entra muy bien en la rotación, viene a reemplazar un barbecho”, describió.

En este aspecto, invitó a los productores a animarse a incursionar en el cultivo, ya que “es muy plástico, se puede sembrar desde el 15 de mayo hasta el 15 de agosto” y se utilizan las mismas herramientas que para otros cultivos de fina, con la única salvedad de que hay que tener mayores recaudos a la hora de la cosecha porque el grano es muy pequeño.

“Además, al cultivo que viene por detrás no se le saca potencial de rendimiento. Camelina es un aporte a la intensificación, hacer algo cuando no hacías nada en invierno. Ayuda a la infiltración, aporta mucho a la estructura o calidad física del suelo, mucho aporte de raíz”, agregó.

“BIOFUELS”: LA OPORTUNIDAD DE LA COLZA

Volviendo a las multinacionales, Cargill es otra de las que se anota en las interesadas en los biofuels.

En el Simposio de Colza, su representante, Facundo Rodríguez, repasó la evolución reciente del mercado global de biodiésel, como parámetro para entender la oportunidad que significa para Argentina meterse de lleno en el mismo.

En 2012, la demanda mundial fue de 32 millones de toneladas; este año y el próximo, rondará las 60 millones; y para 2030, la proyección son 70 millones de toneladas.

En este marco, Rodríguez recordó que, para obtener 10 millones de toneladas de aceite, se necesitan 50 millones de toneladas de soja en total. “El mundo nos está diciendo que para 2030 va a necesitar el equivalente a una cosecha argentina de soja completa”, comparó.

Y también hizo referencia a cómo en Estados Unidos, que históricamente es exportador solo de poroto de soja, la industria del crushing está creciendo a pasos agigantados, pensando precisamente en el incremento que se viene en el consumo de biocombustibles.

Por eso es importante subirse a este tren y desarrollar cultivos que tengan un mayor porcentaje de aceite que el que otorga la soja. Ahí juega un papel fundamental la colza”, enfatizó.

Rodríguez señaló que, en el caso de Cargill, si bien no descartan incursionar en camelina o carinata, por ahora la apuesta está enfocada en colza porque “tiene un mercado más atomizado a nivel mundial, lo que nos da es un respaldo del lado de la demanda”.

De todos modos, señaló algunas cuentas pendientes para que sea un cultivo que realmente pueda tomar vuelo, como un mayor desarrollo de semillas y más oportunidades de comercialización.

Y al final, incluyó un mensaje a los productores: “¿Por qué es importante apostar por la colza? Porque en la producción agrícola agrega una herramienta más en el manejo del riesgo productivo”.

“BIOFUELS”: LAS COOPERATIVAS QUIEREN SU LUGAR

En tanto, Andrés Rosado, representante comercial de la Cooperativa Coopar, recordó que decidieron probar cultivos alternativos a principios de 2010, cuando el Gobierno de Cristina Fernández, de la mano de Guillermo Moreno, decidió intervenir el mercado del trigo y, de repente, desaparecieron compradores y los precios de referencia.

A partir de ahí, reconoció que tuvieron “varios tropiezos” al intentar con lenteja, garbanzo o coliandro, y finalmente terminaron quedándose con arveja verde y colza.

En este último caso, dijo que primero pasó por una etapa de mercado en que se comercializaba a granel, como si fuera un commoditie; luego se comenzó a valorar su aporte nutricional como oleaginosa y se vendió en containers, como una specialitie; y finalmente la “fase energética” actual, en que se la valora como precursor de biocombustibles.

“Aún no puedo definir el comportamiento de este mercado. Lo que sí es cierto es que hay más jugadores y de otra envergadura en la demanda, y que están aplicando mayores recursos para desarrollar el cultivo en Argentina”, se sinceró Rosado.

Entre otros trabajos relacionados con la colza, la Cooperativa Coopar multiplica semillas de las variedades Macacha y Delfina del INTA, y Rosado puntualizó algunos aspectos que podrían ayudar a que sea un cultivo con mayor expansión en el país.

“Nos gustaría que la colza tuviera mayor participación en las facultades de estudio, y que los semilleros privados también desarrollen planes de mejoramiento genético. Asimismo, sería importante un precio pizarra en Rosario con varias posiciones en el mercado”, cerró.

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