CHACO: EL CULTIVO DE ALGODON CON BUENA PERSPECTIVA PARA EL SUDOESTE.

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Una de las ventajas del cultivo de algodón es que se desarrolla también en un amplio rango de suelos, que van desde suelos aluviales pesados hasta suelos más meteorizados y arenas lixiviadas, según un informe del INTA Las Breñas.

La compactación de suelos que se da como consecuencia del manejo de suelo, pero principalmente de la condición genética de los suelos que marca gran presencia de limos, puede posibilitar respuestas positivas al agregado de fertilizantes como P y K, como se obtuvo en las campañas pasadas.

Para las provincias del Norte argentino, donde el algodón se siembra en zonas de secano (85-90 %) y de regadío (10-15 %), el cultivo de algodón tiene una elevada importancia socioeconómica. 

Por mucho tiempo en la provincia del Chaco, que es una de las principales provincias productoras, la producción algodonera fue caracterizada por rendimientos estancados, suelos agotados y erosionados como consecuencia del monocultivo y del exceso de laboreo mecánico, es así que se buscó en la siembra directa estabilizar los sistemas de producción y contribuir a la recuperación y mejoramiento de los suelos.

MEJORAMIENTO Y SELECCIÓN

A través de cambios adaptativos producidos por el mejoramiento y la selección, actualmente se lo puede cultivar en regiones semiáridas y húmedas. Debido a esto el cultivo se desarrolla mejor con temperaturas cálidas y altas intensidades de luz, siendo algo tolerante a la sequía. 

Otra ventaja de este cultivo es que se desarrolla también en un amplio rango de suelos, que van desde suelos aluviales pesados con pH de 8.0 o más, hasta suelos más meteorizados y arenas lixiviadas de pH 5.0 y aún más bajo.

 Por lo que se considera un cultivo bastante noble para la región, de cara a una campaña donde la incertidumbre con el maíz es muy grande, por las consecuencias que se pueda tener debido a la presencia de chicharritas, además porque muchos lotes que se pensaba destinar a girasol, por la falta de acumulación de agua en el perfil no terminó de convencer a los productores, y se estima que se pueda proyectar una intención mayor a 20 % respecto de la campaña pasada.

BÚSQUEDA E INVESTIGACIÓN DE MEJORAS

Se generó la búsqueda constante de cultivares mejorados en rendimiento y calidad tecnológica de fibra, adaptados a los diferentes ambientes de las regiones con posibilidades de practicar este cultivo, ya que la finalidad de un sistema productivo es maximizar las respuestas de sus elementos constitutivos, para obtener así el máximo beneficio con el uso adecuado de los recursos disponibles.  

Es digno de destacar el trabajo de EEA INTA Sáenz Peña, con la búsqueda de nuevos materiales que mejoren la performance, y el INTA Las Breñas con la validación de respuesta de estos cultivares, adicionando prácticas de fertilización tanto de elementos nutritivos claves, como nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K), y el agregado de nuevas fórmulas de mercado que permiten mejorar la respuesta del cultivo.

AVANCES TECNOLÓGICOS

Haciendo un repaso de los avances tecnológicos logrados es posible contar con materiales genéticamente modificados con resistencia a plagas, como ser materiales Bt (con incorporación de genes de Bacillus thurigiensis que le confiere resistencia al ataque de insectos), y RR (resistentes al principio activo glifosato, posibilitando el uso de herbicida de amplio espectro), sumando materiales resistentes al estrés hídrico. 

Se debieron desarrollar prácticas de manejo acordes que permitan optimizar y estabilizar los rendimientos, eventos que afectaron al desarrollo de cultivares, tales como modificaciones a la duración del ciclo de cultivo para evitar ataque de plagas, concentrando fechas de siembra, desarrollo de plantas con arquitectura compacta para favorecer la cosecha mecánica. 

MEJORAMIENTO GENÉTICO

El mejoramiento genético que acompaña al avance tecnológico aplicado al cultivo de algodón permite a los productores disponer en el mercado de cultivares adaptados a sistemas de siembra directa y en surcos estrechos o ultraestrechos. Además, estos eventos son realizados con el fin de reducir el uso de agroquímicos, la conservación de la tierra arable, el agua y la energía, la reducción de la contaminación del ambiente y los beneficios para la salud humana derivados de estos aspectos, apostando a una práctica de agricultura sustentable.

Todo esto debe ir acompañado de un plan de manejo de la nutrición del cultivo, para asegurar buenos rendimientos.

En el caso particular del algodón, la adecuada fertilización al momento de particionar nutrientes es clave para asegurar buenos rindes. Después del agua, el nitrógeno (N) es el principal limitante de la producción agropecuaria en todas las regiones de mundo. Es un macronutriente que interviene en la estructura de la clorofila, las proteínas y otros componentes de las estructuras vegetales.

La mayor parte de los suelos agrícolas del Norte argentino, y en particular los de la zona sudoeste chaqueña, tienen deficiencias de este nutriente, por ser suelos con bajos contenidos de materia orgánica (MO), tanto en su situación prístina y sobre todo cuando son incorporados a la actividad agrícola. Si bien el algodón parece no ser un cultivo extractivo debido a que solamente la fibra y la semilla, que contienen pequeñas cantidades de nutrientes minerales, se remueven, el resto de la planta (raíces, hojas y tallos) se quedan en el campo. Sin embargo, en operaciones intensivas, cultivos de alta producción necesitan una reserva abundante de nutrientes que deben ser disponibles en períodos relativamente cortos.

La respuesta del algodón a la fertilización

SÁENZ PEÑA (Agencia). La respuesta del algodón a la fertilización nitrogenada es función de varios factores, destacándose la intensificación de la producción, el cultivo antecesor, la disponibilidad de agua y de otros nutrientes. Si bien los requerimientos básicos de N del algodón son razonablemente conocidos, existe poca información disponible acerca de los requerimientos de este nutriente en algodones sembrados en surcos estrechos. Mondino y Peterlin 2003, y Mondino et al. 2005, demostraron que ensayos conducidos en surcos estrechos no fertilizados producen menor rendimiento que los fertilizados con nitrógeno. Además, existen ensayos llevados adelante en la región que expresan la respuesta de variedades tradicionales frente a la aplicación de dosis crecientes de N, incluso en combinación con otros macronutrientes (P y K). Todos ellos indicaban una tendencia positiva al agregado de dosis crecientes de N, sin acusar diferencias estadísticamente significativas. 

Se comparte respuestas del cultivo obtenidas en diferentes ensayos llevados adelante en la EEA Las Breñas. El sitio de estudio se caracteriza por un régimen de precipitaciones y térmico subtropical subhúmedo, con una precipitación media anual promedio entre los años 1998 a 2007 de 971.66 mm, con una temperatura media mensual del mes más cálido en diciembre de 26,51 ºC. 

Se analizan los resultados de las campañas: 2005/06; 2007/07 y 2009/10. Los meses de siembra fueron desde octubre a diciembre dependiendo de la disponibilidad hídrica al momento de la siembra en cada año, de manera de optimizar las condiciones para ello. En todos los casos el cultivo de algodón se realizó bajo sistema de labranza cero, con distanciamiento entre surcos de 0,52 m, utilizando una sembradora de 8 surcos y semilla ácido deslintada.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

En las tres campañas donde se analizó la variable rendimiento (expresada como kg ha-1 de algodón en bruto) frente al agregado de dosis crecientes de N, no se hallaron diferencias estadísticamente significativas para el cultivo de algodón en la localidad de Las Breñas (Cuadro 1 y Figura 1), pero es claro suponer que la variable respuesta está condicionada a la oferta ambiental, especialmente ligada a las ocurrencias de precipitaciones regulares durante el ciclo del cultivo. Según la FAO (1980), el algodón necesita entre 700 y 1300 mm durante el ciclo para satisfacer sus necesidades, estos valores están condicionados a la duración del ciclo de la planta y el clima. Halevy y Bazelet, 1992, mencionan que para áreas secas se necesita un mínimo de 400-500 mm durante el ciclo de cultivo. Durante el desarrollo del cultivo se podía apreciar una caída de botones florales, situación ligada además al estrés térmico al que se vio sometido el cultivo durante las últimas campañas.

Diario Norte.-

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