INVIRTIO DINERO DE SU RETIRO PARA SER LO QUE SIEMPRE SOÑO Y UNA MAÑANA SE ENCONTRO CON “UNA MASACRE”.
En San Martín de las Escobas, Santa Fe, a Rodrigo Berta le carnearon cuatro de once animales que tenía para producir leche.
Muchas veces los sueños terminan abruptamente. Y no siempre bien. Es el caso de Rodrigo Berta, de 30 años, radicado en San Martín de las Escobas, una localidad del departamento San Martín, a la altura del km 152 de la ruta nacional 34, y a 125 kilómetros al sur de esta capital, a quien le mataron cuatro de las 11 vacas con las que había comenzado a desarrollar su proyecto.
Hoy, después de intentar resignarse a la suerte que debe afrontar, este tambero no tiene muy claro si seguirá apuntalando su iniciativa o desistirá en el intento. Hace un año, Rodrigo renunció a su trabajo en una industria láctea de la localidad, cobró el retiro voluntario y pensó en cumplir lo que siempre había proyectado: convertirse en un tambero.
Tras aquella decisión, cuando se hizo del dinero, compró unas pocas vacas, una ordeñadora y se dedicó al tambo con el único propósito de trabajar todo lo necesario para crecer en un pueblo de fuertes raíces agropecuarias donde residen no más de 2600 habitantes.
“Empecé cuidándolas en la calle; me hice un techo para ordeñarlas en un pedacito de terreno que me dieron. Luego pude comprar dos animales más y alquilar 12 hectáreas de campo a unos 8 kilómetros del pueblo, donde también siembro las pasturas que necesitan los animales para alimentarse. Luego pude comprar cuatro vacas de ordeñe, con el apoyo de la Cooperativa Guillermo Lehmann. Todo eso para mí era una locura y estaba feliz de la vida”, dijo Berta.
Según su relato ante los medios de prensa, había logrado alcanzar una producción de 300 litros de leche diarios. Hasta que una mañana de los últimos días del mes pasado, al llegar al campo para realizar el ordeñe, se encontró con los restos de cuatro animales faenados.
“Tenía once y pensaba en un corto plazo sumar otras vacas. Esa madrugada (del 27 de septiembre) cuando llegué al tambo, lo primero que me alertó fue que las vacas no estaban donde las había dejado la noche anterior. Me llamó la atención, porque no son de hacer eso, donde las dejo, quedan. Estaba por aclarar y a medida que camino hacia el interior del campo comencé a percibir señales. Cuando me bajé de la camioneta y me arrimé al corral a ver, me encontré con el desastre de las vacas descuartizadas. Las vacas estaban en producción, las había ordeñado el día anterior y la vaquillona estaba al parir. A las lecheras sólo le sacaron las patas y los lomos. Una masacre”, relató angustiado.
Y añadió: “Lo que producía me alcanzaba para pagar la cuota de las vacas. Incluso, mi familia sabía que el domingo me iba a ir a Rafaela para ver si podía comprar 3 o 4 animales más. Pero miren lo que sucedió; sinceramente, con lo que me pasó no sé qué hacer, cómo seguir”.
Perjuicio
Lo que más lamentó Berta es que le mataron una vaquillona por parir y que los que ingresaron al campo también se llevaron herramientas útiles para el tambo, como mangueras, pezoneras, el grupo electrógeno y hasta una bomba de agua sumergible, relató.
¿Y ahora?, le preguntaron. “Todos me dicen que no tome decisiones apurado, pero no dan los números; realmente, no hay forma. No da para seguir con seis vacas. ¿Qué voy a hacer? Por ahora esperar. La economía de nuestro país está muy complicada y si tuviese que tomar una decisión ahora, mi pensamiento es vender”, admitió.
En tanto, la Policía Rural de la zona investiga algunos datos aportados porque pueden aparecer argumentos que confirmen que este tipo de delitos parecen ser más habituales de lo que suponen muchos productores.
LA NACION.-