DOS AMENAZAS: EL CAMBIO CLIMATICO YA AFECTA LA SALUD EN LA ARGENTINA, SEGUN UN INFORME DE EXPERTOS INTERNACIONALES.
The Lancet Countdown, que reúne a 122 especialistas de 57 instituciones, expuso las devastadoras consecuencias del calentamiento global en América Latina; las variables que impactan en el país.
En su edición de octubre de 2024, The Lancet Countdown, una iniciativa internacional de monitoreo del cambio climático y sus efectos en la salud, reveló que la Argentina enfrenta graves amenazas de salud pública debido a la crisis climática, con un incremento en enfermedades como el dengue y una marcada escasez de agua potable por sequías prolongadas.
En el informe, elaborado por 122 expertos de 57 instituciones y publicado antes de la COP29, se propone una reorientación de los recursos de combustibles fósiles hacia energías limpias como medida clave para mitigar el impacto de la crisis climática.
El cambio climático, provocado principalmente por actividades humanas como la quema de combustibles fósiles, representa hoy una amenaza concreta y urgente para la salud humana, y la Argentina no es la excepción. En el último reporte de The Lancet Countdown, que contó con la colaboración de instituciones académicas y organismos de las Naciones Unidas, se detallan dos de los principales efectos climáticos que impactaron a la región de América Latina durante 2023: el alarmante aumento en los casos de dengue y las intensas sequías que afectaron a Brasil, Argentina y Uruguay.
Según el informe, en la Argentina la falta de agua potable y el aumento de enfermedades como el dengue son consecuencias directas de los cambios inducidos por el ser humano en el ambiente. Estas condiciones fueron exacerbadas por fenómenos climáticos extremos que están afectando la salud pública y las economías locales. Los expertos señalan que en países como el nuestro, donde el dengue ya representaba un problema de salud pública, las condiciones climáticas cada vez más calurosas y húmedas favorecieron el crecimiento de la población de mosquitos Aedes aegypti, responsables de la transmisión del virus. Durante 2024, los casos de dengue en América Latina aumentaron en un 215% en comparación con el año anterior, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud.
La incidencia del dengue en la Argentina, que en décadas anteriores era ocasional, se convirtió en una preocupación endémica en muchas provincias. A medida que la temperatura promedio sube, el ciclo de vida del mosquito se acelera, lo que incrementa las posibilidades de transmisión y brotes en las áreas urbanas, donde las condiciones de infraestructura y el acceso al agua potable son limitados. Las autoridades de salud pública, por su parte, se enfrentan al desafío de adaptar las políticas de control vectorial a una situación que evoluciona rápidamente y que está profundamente influenciada por los cambios climáticos globales.
El segundo gran impacto climático reportado en la Argentina es la sequía. Durante 2023 y 2024, el país experimentó una de las sequías más severas de las últimas décadas, con una disminución drástica en los niveles de precipitación que afectó al sector agrícola, principal motor económico del país. El informe estima que la producción de cereales cayó en un 15%, un golpe devastador para una nación que depende en gran medida de la exportación de productos agrícolas. La sequía afecta también la disponibilidad de agua potable, lo que derivó en problemas de salud relacionados con la deshidratación y la exposición a fuentes de agua contaminada. En Uruguay, una situación similar causó escasez de agua en diversas regiones, un fenómeno que también comienza a manifestarse en el noreste de nuestro país.
Los efectos sobre la salud de la población son múltiples y preocupantes. La falta de acceso a agua potable incrementa el riesgo de enfermedades gastrointestinales e infecciones relacionadas con el consumo de agua contaminada. Además, los expertos de The Lancet Countdown subrayan que la exposición prolongada a situaciones de estrés hídrico afecta también la salud mental de las personas, especialmente en poblaciones rurales y en pequeños agricultores, quienes son los más vulnerables a las fluctuaciones de los recursos naturales. Yasna Palmeiro Silva, coautora del reporte, explicó que el fenómeno de la sequía en América Latina se debe tanto al sobreuso humano del agua como a las variaciones climáticas, agravadas por la actividad humana.
En términos económicos, el impacto de la crisis climática en la salud pública también acarrea grandes costos. The Lancet Countdown estima que, para 2050, los países que experimentan fenómenos climáticos extremos podrían enfrentar una reducción significativa en su producto bruto interno debido a la pérdida de productividad laboral. En la Argentina, la sequía prolongada y las altas temperaturas ya comenzaron a afectar la capacidad de los trabajadores en sectores como la agricultura y la construcción, generando pérdidas en productividad y acentuando las desigualdades socioeconómicas en el país. La exposición a temperaturas elevadas aumenta la incidencia de enfermedades cardiovasculares y respiratorias, lo que a la vez incrementa los costos en el sistema de salud, sobrecargando los recursos médicos en las áreas más afectadas.
Recomendaciones
Frente a este panorama, los expertos de The Lancet Countdown plantean una serie de recomendaciones y propuestas que buscan mitigar los efectos del cambio climático en la salud. Una de las propuestas centrales del reporte es la reorientación de los fondos actualmente destinados a la industria de los combustibles fósiles hacia el desarrollo de energías limpias y sostenibles. Los autores destacan que esta transición hacia una economía de emisiones netas cero no solo beneficiaría la salud de la población al reducir la exposición a contaminantes, sino que también impulsaría la economía global al crear empleos en el sector de energías renovables. En la COP29, que se desarrolla este mes en Bakú, se espera que los líderes internacionales discutan el destino de los fondos para combatir la crisis climática, con un enfoque en la salud y el bienestar globales.
El financiamiento de una transición justa es un punto clave en el informe, que insta a las naciones a cumplir con los compromisos asumidos en el Acuerdo de París y a acelerar la adopción de políticas que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero. En el caso de la Argentina, los subsidios a combustibles fósiles continúan siendo una herramienta de control de precios, pero al mismo tiempo limitan el avance hacia energías más limpias. El informe sugiere que una transición hacia energías renovables podría reducir la dependencia de combustibles fósiles, mejorar la calidad del aire y disminuir el riesgo de enfermedades respiratorias, beneficiando a la población y al sistema de salud.
La Argentina, en particular, enfrenta un verano con proyecciones de calor extremo y pocas precipitaciones, según el Servicio Meteorológico Nacional. Se espera que el impacto directo de estas condiciones se manifieste en una mayor demanda de energía y agua, y en un aumento en los casos de enfermedades relacionadas con el calor y la deshidratación. Expertos en salud ambiental señalan que estos eventos se volverán más frecuentes y severos si no se toman medidas urgentes para mitigar los efectos del cambio climático. Las altas temperaturas no solo elevan el riesgo de enfermedades infecciosas como el dengue, sino que también pueden agravar problemas de salud mental, como el estrés y la ansiedad, en una población cada vez más expuesta a condiciones extremas.
El informe concluye que el cambio climático y la salud pública son temas interrelacionados y que la inacción en la primera área tendrá repercusiones devastadoras en la segunda. La directora ejecutiva de The Lancet Countdown, Marina Romanello, afirmó que la falta de acción climática ya está causando impactos visibles y que los recursos financieros que continúan fluyendo hacia la industria de los combustibles fósiles son una oportunidad desperdiciada. “La inversión en energía limpia y en medidas de eficiencia energética no solo protegería la salud de millones, sino que contribuiría a construir un futuro más equitativo y sostenible”, señaló Romanello.
Por Camila Súnico Ainchil.-
LA NACION.-